El Dr. Loiacono nos cuenta su viaje por los pueblos fumigados de la Provincia de Buenos Aires… al mas puro estilo Osvaldo Soriano (pero tragicamente peor, por ser absolutamente real…)
La crisis sanitaria de la provincia de Buenos Aires se pone en números completamente parcializados como todo lo que registran las instituciones insensibles del gobierno de turno. No se entiende que la calidad de los registros y la verosimilitud de los análisis de situación son el primer paso para intervenciones satisfactorias en cualquiera de los campos del desarrollo de las poblaciones.
La gravedad de la situación con la que lidiamos los médicos a lo largo y ancho del país explican muchos de los interrogantes que nos generamos día a día acerca del abarrotamiento de pacientes en los hospitales, las múltiples derivaciones que reciben los centros de alta complejidad, las variaciones en el modo de presentación de enfermedades conocidas o bien nuevas enfermedades que se describen en algunos trabajos de lugares remotos. Aquí disponemos de un cóctel en el que, un contexto lleno de noxas con millones de personas en medio, generan publicaciones que impactan en cualquier revista de reconocimiento internacional.
He tenido la oportunidad de recorrer casi la totalidad del país y principalmente la provincia Buenos Aires y dialogar con colegas, productores, fumigadores, personas sanas, enfermas, muy enfermas y otras actualmente difuntas.
Recientemente visité las localidades de Alberti, General Alvear y Tapalqué camino a mi ciudad de actual residencia, Olavarría regresando de visitar a mis parientes en Pergamino de donde soy oriundo.
En Alberti fui invitado por una familia que padece las consecuencias de estar expuesta a las fumigaciones de forma crónica desde hace seis años cuando se mudaron a su nuevo hogar en uno de los límites del pueblo que linda directamente con una extensa parcela sojera donde la utilización de herbicidas e insecticidas es algo habitual.
El padre de esta familia refiere que por las noches tenía que abrir todas las ventanas porque el aire lo ahogaba, hasta que harto de esta situación, decide salir a ver que ocurría y se encuentra que la sustancia que rociaba el mosquito sobre los cultivos entraba directamente a su casa dado que pasaba rozando el alambrado de su patio, a exactamente 5 metros de la ventana trasera. En ocasiones custodiado por un auto de la Policía bonaerense.
Irritación ocular, bronquial, dolor abdominal, episodios de mareos intensos y cefaleas llevaban a esta familia y muchos vecinos a sus camas durante algunos días luego de las fumigaciones. Y no faltaba oportunidad para ser rociados por el avión fumigador que afectaba a mayor cantidad de personas a su paso.
A los 5 años de haberse instalado en esta primera línea de impacto, su salud se deterioró de forma casi insalvable y la dificultad respiratoria fue absoluta requiriendo internación en terapia intensiva donde permaneció por 30 días, con un largo período de recuperación posterior que un año después continúa.
Realizamos un encuentro en el cual dialogamos con concejales, productores, fumigadores, médicos, vecinos y medios de comunicación.
Hubo diversa adherencia a la información; por supuesto muchos lo percibieron como un ataque al punto que algunos refirieron que: -seguro que otro médico hablaría de otro modo respecto de estos químicos-, siendo al instante refutado por dos concejales médicos quienes defendieron el mensaje y el contenido de la charla. Intervine para pacificar los comentarios diciendo al muchacho que al menos por sus hijos utilizara ropa diferente para trabajar y que no la llevara a su casa porque al lavarla, junto a la de su familia, estaría intoxicando a todos con los agroquímicos. Inmediatamente uno de los médicos concejales de gran experiencia en cirugía general y política, (intendente de Alberti en los 80´) comenta: -mi cuñado era fumigador, trabajaba en el campo y falleció de cáncer de páncreas y mi hermana mencionaba lo difícil que era lavar su ropa por el olor que emanaba. Ella también falleció de cáncer poco tiempo después.-
Algo que me llamó la atención es que un pueblo con 10.000 habitantes (aproximadamente) reciba cada dos semanas la visita de una endocrinóloga que viaja desde buenos aires (187 km por R Nac. 5) para atender a la población. Casi de forma exacta y repetida las manifestaciones endocrinas se presentan inicialmente en los habitantes de las primeras casas en contacto con las fumigaciones, así como los casos de intoxicaciones agudas, parejas infértiles, abortos, y cáncer, predominantemente linfomas, en todas sus formas, otros de los numerosos diagnósticos que hacen en el hospital de la localidad o que son exportados a centros de mayor complejidad.
Otra de las historias, contaba de un vendedor de agroquímicos, que tiene su casa sobre su comercio. Su mujer padece linfoma de Hodgkin al igual que sus vecinos directos.
En Alberti hay 35 mosquitos, solo 5 habilitados. Se los ve a diario circulando por la ciudad, los lavan en la puerta de sus casas, cerca de escuelas, nada importa, todo es a riesgo invisible.
El debate, en esta localidad, a nivel social y político se basa en los metros a los que debe alejarse el mosquito y/o avión. Se habla de 1000, 500, 200, sin poder, los principales defensores de la medida, ser contundentes en la decisión, ya que no cuentan con una mayoría que les permita sancionar la ordenanza y arriesgando a un veto absoluto de la medida impulsado por los concejales oficialistas lo cual obliga a negociar previamente a la presentación formal del proyecto.
Sabias palabras de un colega: -ante la duda, llevamos el límite lo más lejos posible-. Lo cual deja en claro que el sentido común, que no es el más común de los sentidos, tiene manifestaciones en todas sus formas y lugares cuando el criterio se aplica en defensa de la vida. Estas palabras dieron pie al diálogo acerca del Principio Precautorio, las medidas de prevención, control y ejecución ya establecidas en la justicia.
Terminado el encuentro a las 20 hs, decidí emprender viaje a Olavarría donde actualmente me encuentro realizando mi residencia en pediatría. La ruta estaba algo complicada por los bancos de niebla que empezaban a instalarse. Pasando la rotonda de Saladillo por ruta 51 veo un cartel que decía “ALVEAR 46” y llamé a un amigo que conocí en Buenos Aires oriundo de este lugar. Me responde al instante, algo infrecuente en quien no es muy devoto del celular, y me invita (o lo hago invitarme) a pasar la noche en su casa. Nunca había estado antes en Alvear.
Cenamos y charlamos hasta entrada la madrugada. Decidimos salir a recorrer la noche Alvearina y observé gran cantidad de mosquitos y bidones de agroquímicos en diversos lugares de la planta urbana.
Al día siguiente durante el almuerzo junto a sus abuelos y su madre, quien es maestra en una escuela para niños con discapacidades, tuve la oportunidad de traer a la mesa el tema de la salud.
Me comentaron acerca de la grave situación en la que se encuentran. Los problemas se repiten. Comentaban de un primo que trabaja como fumigador y un par de veces al mes cae internado por manifestaciones alérgicas severas con compromiso principalmente respiratorio y le lleva algunos días recuperarse. Abortos que contaban 8 en lo que va del año, malformaciones extraordinarias, casos múltiples de cáncer y enfermedades endocrinológicas son casos habituales.
-En la escuela tengo 2 cursos con 30 nenes discapacitados. Y en las otras escuelas la mitad de los pibes no aprenden nada. Tienen problemas pero no dan para retraso sino que no aprenden nada.- Refiere la madre de mi amigo. Sorprende sobremanera que en solo 2 cursos haya 30 niños con discapacidades declaradas para una población que no supera los 10.000 habitantes.
Cuentan con un intendente médico que esperemos, si es bien informado, tomará las medidas cautelares necesarias.
Luego del almuerzo les mostré desde la computadora gran cantidad de información acerca de lo que estuvimos dialogando. Se organizaron de forma rápida y están ya tomando fotos y testimonios para presentar formalmente un proyecto a las autoridades.
Alrededor de las 18 hs del domingo. retomo el viaje hacia Olavarría y encuentro a una mujer haciendo dedo a la salida de Alvear. Sube al auto y comenzamos a dialogar. Al comentarle que me dedicaba a la pediatría me dice: -en lo que va del año ya van como 3 muertos por cáncer en Tapalqué. Mis ojos se abrieron, mi corazón palpitaba, sudor, lágrimas silenciosas con pecho apretado y garganta arenosa… como?! Le pregunté.
-Si, en Tapalqué tenemos de todo; malformaditos que parecen mutantes, un montón de casos de cáncer y nenes discapacitados hay varios.
La compañía terminó rápido, el viaje fue corto. Quedé en contacto con la directora de enseñanza de Tapalqué para reunirnos próximamente y ampliar la información respecto de la situación de la enseñanza (directamente relacionada con la salud) en la localidad.
Cabe la observación, y por eso adjunto los mapas satelitales, de que las localidades mencionadas en estos párrafos se comportan de manera muy similar. Son alrededor de de 10.000 habitantes en un islote entre los monocultivos fumigados, beben agua y respiran aire con desconocida cantidad y calidad de tóxicos pero con indudable y severísimo compromiso de la salud no solo de los niños sino de todo el espectro de edades.
Viven la idiosincrasia de una provincia agrodependiente, exitista, feudal. De ciertos temas no se habla y los gobernantes de toda envergadura encuentran sus límites al negociar entre la economía y la vida. Casi una ruleta rusa porque nadie sabe a quien le toca estar en boca de jarro el año entrante y ser “otro que tiene cáncer” o “la que abortó”, o que comienza con su familia un interminable y angustiante período indeterminado de viajes a la capital provincial o nacional para atender la salud de su hijo/a afectado por una rara enfermedad que no se sabe a qué se debe.
Son ya más de 60 años de acumular trabajos sobre la relación entre los agroquímicos y la salud, es momento de dejar de faltarle el respeto a las poblaciones y tomar medidas contundentes que reviertan la situación actual.
Son estos días los que me llevan a reflexionar profundamente sobre el papel que desempeñamos. Cuando la vocación excede a la profesión es que llegas al laburo y te das cuenta de que sobra gente, médicos y pacientes y que todo lo que se invierte en ese lugar, principalmente TU tiempo podría salvarse, reciclarse o reinvertirse si se trabajara criteriosamente en instancias previas. Esta inquietud lastima de forma hiperérgica la comodidad del indiferente o bien del que se dio cuenta y no quiere perder su rutina.
La medicina estudia patógenos y tóxicos y no mide la vulnerabilidad de la biología en función de las intervenciones del desarrollo.
Necesitamos que el criterio de observación de la mayoría, se fundamente en la cronicidad de los procesos de adquisición de las enfermedades, ya que se basa en la vida diaria a la que estamos expuestos y no en episodios aislados ocasionales
Será el mejor razonamiento del instinto? O el más arraigado instinto del raciocinio?
Padecemos la denigrante organización del sistema neurológico más básico del criterio de autoconservación mediática y capitalista; el de “ponernos a la defensiva”. Y así lograr evadir el caos de dar una respuesta insatisfactoria rechazando el derecho burócrata de evitar el ridículo con el silencio, rompiendo con el diálogo entre nosotros, los que padecemos nuestras propias evasivas de la realidad.
Tenemos un sistema que doblega la estabilidad de la cultura. Menciono esto porque la imposibilidad de desplazar a grupos privados y corporaciones que afectan fuertemente a la sociedad en la era de las comunicaciones y el impersonalismo nos llevan a dejar en sus manos el camino de los hábitos y capacidades de las sociedades.
“No debe ser la cultura la que encaje en el molde de las corporaciones, sino las corporaciones ser funcionales a la cultura”.
Entiendo que muchos que lean esto descrean de alguna parte de la crónica, sin embargo es suficiente sustento como para llamar la atención de quienes tienen la sensibilidad para asociar factores de riesgo a sus diversas, variadas y enmascaradas formas de impacto en la salud humana.
Envío copia a autoridades de importantes partidos de la provincia de Buenos Aires así como allegados al ministerio de salud, colegas de todo el país, ciudadanos y pobladores amigos, conocidos y por conocer. Invito a que cada uno reflexione como dar una mano al presente que abruma a muchos y al futuro de nuestro país que está ni más ni menos que en la salud y capacidad de las nuevas generaciones.
Un viaje de mil leguas, comienza con el primer paso. Lao-Tse
Este viaje comenzó hace tiempo, si recién estás enterado bienvenido tu coraje.
Nicolás Loyacono
Unión de Asambleas Ciudadanas
Médico de Pueblos Fumigados
011 15 58255209